El Viejo Juego es una continuidad de historia que se va repitiendo para regocijo de muchos y al mismo tiempo va cambiando, para que sea prácticamente igual. Es que las reglas fueron mutándose y seguirán haciéndolo, algunas con acierto y otras, dependiendo del cristal que usemos para mirar, no tanto. Pero la vieja magia del rugby amateur sigue intacta y vive en las viejas y en las nuevas historias, algunas en las que me empeño en traerles y otras que ya llegarán.
El rugby es un juego de valores, que se juega sobre una cornisa finita entre la rudeza y la violencia, y en el que hay que decidir todo el tiempo, no sólo sobre cómo sobreponerse a lo que nos propone el adversario sino al propio juicio de hacer las cosas dentro de las reglas y dentro de nuestro mejor y leal saber y entender. Algunos pocos se equivocan o no entienden. Pero la mayoría jugamos el juego con el corazón y la piel, y, como diría Jean Pierre Rives, la sangre es toda nuestra.
Ayer justamente se rompió la cinta.
Es que no tengo dudas que el famosísimo try de los Barbarians a los All Blacks, en el partido jugado el 27 de enero de 1973 en lo que era el Estadio Nacional de Gales (que no es otro que el mítico Arms Park de Cardiff) y que fue denominado “El Partido del Siglo”. Cuando pasa el tiempo y con tanto rugby recorrido, es difícil saber si realmente fue un partido tan sobresaliente y sin dudas debe haber sido uno de los mejores de la historia, con un rugby diferente al actual pero tan bello que valía la pena verlo. Y dentro de eso, justamente, el try más veces visto en la historia del juego.
El resultado de ese partido fue 23 a 11 en favor de los rayados británicos, que enfrentaban al siempre temible equipo de los de negro. Eran años donde el try valía 4 puntos y el gol 6 (es decir, y para que no haya errores, es gol cuando el try se convierte; eso era antes y es ahora, aunque los que transmiten no lo sepan con claridad).
Pero el Mejor Try Jamás Hecho (nombre traducido de los titulares británicos “The greatest try ever scored”) ocurrió en los primeros minutos del juego y me voy a concentrar en él, por los honores conseguidos, y no en el mítico partido que repito, vale la pena ver por las jugadas distintivas, la manera de formar el scrum y de jugar los lines y otros detalles que tienen que ver con una pelota de cuero con tiento y más pesada que la actual.
Apenas comenzado el duelo, los All Blacks mueven la pelota con más rapidez y soltura que con precisión, sobre el conjunto británico que cargaba con todas las glorias rugbísticas de las islas y su vecino verde (4 irlandeses, 3 ingleses, 1 escocés y 7 galeses en la formación inicial) mientras del lado “oscuro” se presentaban el talentoso Bob Burguess como “stand off” (o apertura) y nuestro conocido Alex Willie como número 8.
En la primera jugada, J.P.R. Williams (full back de Gales y Barbarians) intenta despejar corto y suelta la pelota y llega a rozarla, mientras le hacen un tackle al cuello que hoy en día sería causal de expulsión. La toma el 9 de negro (Sid Going) y va hacia adelante, chocando contra una pared. Deja la pelota rápidamente en el suelo y en un maul muy rápido la pelota llega al wing Bryan Williams que coloca un soberbio “kick across”, que era un movimiento muy usual en esos años donde el wing ponía una patada a cargar sobre el centro del campo, donde se suponía que estaban los forwards en un movimiento de transición. Obviamente esto ocurría mientras había un avance de parte de los tres cuartos y los forwards esperaban para no ponerse en off side. La patada de Williams voló bastante más de lo deseado, mientras el equipo de los Babaas se reposicionaba en defensa, con Phil Bennet como abanderado. La pelota lo pasa y comienza a picar hacia el propio in goal británico, mientras Phil (cuya primera gira internacional con Gales la hizo en Argentina en 1968 usando la letra C, ya que no se usaron números en ese tour y recibieron las letras según el orden que dictaba el abecedario) trataba de alcanzar la pelota mientras llegaba un poco antes de las 5 yardas (hoy 5 metros).
Phil toma la pelota de espaldas, mientras el número 6 neocelandés (Alistair Scown) llega para derribarlo. Pero Bennet tenía otra idea y ensaya su primer amague haciendo una medialuna muy cerrada para ponerse de frente, y enfrentar al número 12 (Ian Hurst) que viene como una locomotora. La magia se desata como una tormenta de verano, y Bennet esquiva y hace volar a su marcador como si fuese un avión decolando. A esta altura está de frente y ve llegar al número 5 (Hamish Macdonald) también dispuesto a derribarlo, pero hace un esquive que quedará inmortalizado y que será no sólo lo que levanta esta conquista sino su sello personal a la hora de amagar: va con el cuerpo hacia un lado, recarga la cabeza hacia ese mismo lado y sale disparado, desde la pierna opuesta y la propia cabeza hacia el otro lado.
Los All Backs son buenísimos y llegan escalonados, así inmediatamente se presente el número 7 (Ian Kirkpatrick, capitán) y una vez más queda desairado por la combinación de cuerpo y piernas y mientras se acerca el número 2 (Ron Urlich) decide, con sapiencia, ceder esa pesada pelota marrón claro con tiento a J.P.R. Williams que está en apoyo a 15 metros. El abanico negro no descansa y marca bien arriba, mientras que se gesta el contraataque de los Barbarians por el lado menos poblado, que es donde se originó el kick across. Al bueno de J.P.R. le hacen (de nuevo) una furca, pero llega a pasar la pelota a John Pullin (hooker) que traslada unos metros, pero rápidamente cede el balón a un jugador más rápido John Dawes, que cruza la línea de 25 yardas (hoy 22 metros) y rompe la marca de dos neocelandeses.
El 9 de negro se presenta al tackle y Dawes cede a Tom David (número 6), éste pasa la mitad de campo, pisa hacia adentro y sobre la punteada de las 40 yardas (hoy 10 metros) cede con una mano hacia el apoyo externo. Su movimiento arrastró la intención del tackle hacia el medio de la cancha, pero la marea blanca y negra venía por afuera. La pelota la toma Derek Quinnel (número 8 de vincha blanca) que una vez más ve el apoyo por afuera, pero escucha el pedido de su número 9 (Gareth Edwards) y pasa a una mano sobre los 30 metros para la veloz carrera de Edwards que acelera y marca el try en la bandera, que finalmente no fue elevado a gol.
Fue el try más visto de la historia, porque no había televisión en directo y hemos visto por años ese partido y ese try en cintas de super 8mm y tanto, que se enviaban copias a los clubes para que se pasaran a los más jóvenes. Hoy ves en directo partidos de los niveles que vos quieras, pero antes nos teníamos que arreglar con poco.
Ayer se rompió la cinta y creo que para siempre. Se fue Phil Bennet y con él la magia de los amagues, esos que hacen que el que tiene la única misión de agarrarte quede desarmado en el piso, y volando sin destino, engañado sin más armas que dos manos sobre la pelota, dos piernas sobre el césped y la habilidad de escapar que sólo tenía Phil. Y esa es, para mí, la mayor belleza del Viejo Juego, que no te puedan agarrar cuando sos el único de tu equipo (porque llevás la pelota en tus manos) que podés ser derribado.
Se cortó la cinta. Pero en mi mente de niño siempre estarán los “cabezazos” de Phil Bennet para dejar gente tirada por ahí. Buen viaje, Phil, y amagale a San Pedro.
Seguro que lo hace.
Seguro.
Marcelo Mariosa