
Una vez terminado el partido contra Inglaterra y aún con los cuerpos calientes, muchas voces se alzaron señalando a algunos jugadores como «culpables» de una performance pobre. Yo creo que en verdad hubo un muy bajo desempeño en general, y sin soluciones para resolver las preguntas que el equipo inglés fue realizando desde una estrategia entre obvia y esperada, que saldría de los pies de un George Ford que tuvo una noche completa. Es que, excepto Boffelli, a quién luego de dos pelotas aéreas decidieron no patearle más, todos los demás tuvieron un partido flojo en ese skill y los ingleses fueron tejiendo una telaraña que envolvió a los Pumas hasta dejarlos sin respuestas desde la mitad del mismísimo primer tiempo. Es que según transcurrían los minutos, estaba claro que del lado argentino no había ni respuestas claras ni soluciones factibles, mientras del otro lado ni se notó que jugaban con uno menos desde el minuto 5, porque el esquema no necesitaba quince jugadores.

Si bien desde el staff argentino tomaron debida nota de las fallas, estaba más que claro que se iba a requerir de otro temperamento, porque entre los inconvenientes que presentaron los Pumas sobre el pasto del Velodrome fue algo de confusión y quizá excesiva confianza, que se vio desmoronada muy rápido en el encuentro, y que luego fue imposible de revertir. El juego de Carreras, un 10 agresivo en la cara de la defensa y que puede dar soluciones de ataque como segunda puntada, requiere de la asistencia de un 15 (Mallía) que lo reemplace en ciertos momentos del juego y de un 12 (Chocobares) que tome contacto en los espacios cortos. Contra Inglaterra, las pelotas obtenidas carecían de calidad, y eso obró en contra del cordobés y al mismo tiempo de quiénes formaran la línea exterior, ya que la demora en salir una pelota limpia hizo que la marca inglesa llegara al mismo tiempo que les llegaba la pelota. Sin profundidad ni espacios, los Pumas se fueron desintegrando a lo largo del partido pero fundamentalmente porque no supieron contrarrestar el esquema de Borthwick y los pies de Ford. Incluso la táctica de arrinconar a los ingleses con pelotas dentro del campo resultó un error estratégico mayúsculo.

Este viernes contra Samoa será un partido crucial para las aspiraciones argentinas, sin duda alguna. Para este evento, estaba claro que el Staff iba a salir a bancar el proceso que veían teniendo pre mundial con los triunfos sobre All Blacks y Australia, y un partido «perdible» como era Inglaterra en los papeles no cambiaría el rumbo táctico, aunque hay que decirlo, la forma en que se perdió contra los de la Rosa fue preocupante.
El equipo sale con Gallo, Montoya, Bello, Petti, Alemanno, Matera, Kremer, González, Bertranou, S. Carreras, Boffelli, Chocobares, Moroni, M. Carreras y Mallía. Al banco Creevy, Vivas, Gomez Kodela, Rubiolo, Bruni, Cubelli, Sánchez y Cinti. Con el ingreso de Bello, a quien destacó Cheika en la conferencia de prensa en el lugar de Franki, el pack mantiene su estructura. En la segunda línea sale Lavanini e ingresa Petti, de gran despliegue contra Inglaterra y al banco va Rubiolo. Y en los backs va Moroni de entrada, para asegurar su gusto por los tackles contundentes y Cinti va al banco.

Será un partido más que duro en lo físico, y será vital tener la pelota y administrarlas con calida dy velocidad, moviendo al pack samoano, y evitar entrar en el juego que propondrán los isleños que será por el camino corto y batallando en el punto de contacto. Acá hay que recordar una de las falencias Pumas que les costó en parte el partido de hace 2 semanas: los ingleses demoraron todo lo posible la salida de las formaciones sueltas (y con mucha atención a la pesca de pelotas) lo que hizo que el traslado de pelota sea lento, predecible y fácil de marcar.
Sin dudas a los Pumas les queda una única opción que es ganar y empezar a enderezar su camino hacia una segunda fase, porque de repetir algunas de las fallas del partido anterior será un problema serio al que afrontarán y el partido podría tornarse una batalla incierta.