El rugby tiene, como la vida, subidas y bajadas y a veces nos toca estar casi tocando el cielo con las manos y otras veces estamos metidos en una ciénaga hasta las rodillas. Y mientras eso pasa, tenemos que seguir avanzando, porque nosotros entendemos bien que no queda otra. Es lo que aprendimos, es lo que nos enseñaron. Por eso es que el Viejo Juego es tan educativo, porque nos enseña en forma de juego muchas cosas que luego podemos llevar a la vida.
Mientras suenan voces de reclamos contra los que jugamos rugby, ya sea por malas acciones en la vida o por no haber jugado como se desea que jueguen Los Pumas, la vida real sigue su curso, inexorable, sin prisa ni pausa y llevándose a algunos amigos en su camino.
El Viejo Fútbol de la ciudad de Rugby es un juego. Y, como en la mayoría de los deportes, hay un riesgo. Y en el rugby, como en otros deportes de contacto, el físico “juega” y “cobra”.
El sábado en el partido entre SITAS y Hurling (Primera B URBA) en El Palomar, cuando el partido se apagaba, Lucas Pierazzoli, hijo de Vicky y de Billy, se encaminaba hacia un try por touch izquierdo y a metros de lograr la conquista dudó en pasar la pelota o jugársela para él. Quiso el destino o la desgracia que el tackle, o su caída infructuosa, o la nada misma lo lesionara en la parte más débil que tenemos las personas, que es el cuello, eje conductor de la médula que todo lo maneja. Esa lesión le causó finalmente la muerte unas horas después.
Como alguna otra vez me tocó decir, se fue uno de nosotros, un hijo o sobrino de cada uno de los que jugamos rugby. He leído las increíbles palabras de sus compañeros, y aunque tengo una relación con Billy por el rugby y por trabajo, sólo atiné a dejar un mensaje a través de una red social, porque en estos casos queda poco por decir. O nada más que generar un abrazo. Es que hay otros hijos para sostener, y esa tarea es indelegable. Los que conocían bien a Lucas sólo tienen las mejores palabras para su amigo, tan lleno de energía, vitalidad, simpatía y sueños. Y ningún padre o madre debería enterrar a un hijo.
Nadie sale vivo de esta vida pero duele que la suya haya sido una vida corta. Si queremos ver el vaso medio lleno, estuvo entre sus amigos, con su deporte, y no con una bala por un robo o un accidente de tránsito, pero duele. Le tocó morir porque es algo que nos toca a todos, pero seguro va a seguir viviendo en sus hermanos, sus padres, sus amigos, todo Hurling y todo el rugby. No elegimos cuando partimos, solo ocurre.
Porque la vida, como el rugby, es para vivirla hasta que suena el silbato del final, aunque no sepamos bien cuando nos toca salir. Y a pesar que en nuestro deporte ponemos el físico en juego, nada que reprochar cuando ocurre este tipo de desgraciado accidente.
Por eso, aquéllos que tanto se enojan por la falta de triunfos de Los Pumas les pido que repasen los conceptos, revisen el significado de la vida, piensen que se trata de un juego hermoso y educativo, integrador y de un alto contenido asociativo. Y que se puede ganar, perder o empatar. Pero hay que darle la importancia que se merece.
Porque lo importante es vivir siguiendo una línea, dar y recibir felicidad, cuidar a la familia y amigos, y hacer las cosas dentro de las reglas. Y si te toca partir, será lo que el destino, el cosmos o Dios decida por nosotros, según la creencia de cada uno.
Se fue uno de los nuestros. Uno de nuestros hijos, en una muy desafortunada acción del juego, nada fuera de las reglas, y todo dentro de la vida. Una vida que esta vez se fue pronto, pero al decir del propio Billy, su papá, hay que seguir adelante por los otros.
Ayer, en el primer entrenamiento de su Club, Hurling, con Lucas participando desde el cielo, alrededor de mil personas estuvieron presentes en Hurlingham acompañando a sus hermanos de armas. Menudo gesto. Es que el rugby te hace familia, y se fue uno de nosotros.
Hoy ya sabemos que algunas personas vivirán gracias a Lucas, porque sus órganos darán vida mientas su alma esperará desde otro lado. Hoy ya sabemos que su pasión y su enorme corazón están desparramándose en otros que levantarán su bandera.
Como en el juego de rugby, hay que seguir para adelante. Siempre para adelante. Porque el partido sigue. Ser solidarios, ser respetuosos. Eso es lo aprendimos, es lo que nos enseñaron, aunque no todos sepan entenderlo.
Mi mejor abrazo del alma para los Pierazzoli.
Marcelo Mariosa
Como siempre Marcelo
Nunca una mejor descripción
Dolor en el alma.