De acuerdo con la Real Academia Española (RAE), con quien suelo no estar en un todo de acuerdo pero a ellos poco ruido le hace mi oposición a sus débiles decisiones para defender la lengua castellana, un clásico es “algo que se considera un modelo digno de imitación”. Lo que pasa es que esta buena gente utiliza otro término para un “encuentro deportivo de rivalidad local o regional”, y esa palabra es derbi y que viene del vocablo inglés derby que nada tiene que ver con el deporte de pelota y sí con caballos de pura sangre de menos de tres años.
Pero si uno mete el dedo más adentro del corazón de los legisladores de la lengua que hablamos, aunque muy a nuestro estilo, resulta que derbi y clásico tienen una supuesta diferencia, ya que pasamos de la rivalidad “regional” a los partidos más importantes de una liga.
Pero cuando uno llega a las orillas del Río de la Plata, desaparece la palabra derbi y hablamos únicamente de clásicos y nos referimos a las rivalidades zonales, históricas o de envergadura. Pero en el rugby, que se juega por uniones que tienen su región, hay muchos clásicos que tienen una historia propia por diversas razones.
En esta semana, un joven periodista de La Nación se refería a un gran partido de rugby, en el caso Alumni y CUBA como un “clásico” y yo quisiera, con el mayor de los respetos posible y honrando su profesión de periodista que yo no ostento, hacer una leve corrección y aprovechar la volada de la pelota con efecto “zeppelin”, como se pateaba antes para que corte el aire y la ovalada volara más, y contar algunas cosas que siempre es bueno recordar.
Sin dudas el clásico por antonomasia vendría a ser un CASI-SIC, porque los amigos de la Zanja son hijos del plato de tallarines preparado en la cocina del Casi y que fue el que causó la escisión que no fue fácil ni mucho menos, porque se desató una pelea interna que quizá podría no haber tenido demasiada trascendencia pero la tuvo. Claro, ahora todos saben que el asesino era el mayordomo, pero en el camino de la formación y posterior nacimiento del SIC hubo dimes, diretes y carteles clavados en los árboles (todavía no estaban de moda las pintadas, estimo que por respeto a los dueños de las paredes) que decían, por ejemplo, “nuestra verdad” y que fue parte de una batalla que al principio fue áspera e intra familiar, pero que con el tiempo y la aceptación de ambas partes no pasa de ser una disputa “a muerte” pero dentro de las leyes del juego y claro, los muchachos que van a los mismos colegios y tienen las familias mezcladas disfrutan de su partido especial, porque se ha convertido en un clásico.
También es un clásico Alumni y Belgrano Athletic (y no CUBA). Simplemente porque hay algo de similitud con lo dicho anteriormente, son familias del mismo barrio. Si ustedes miran un mapa del barrio de Belgrano R, la puerta de la sede de 3456 queda a 100 en línea recta del Buenos Aires High School, cuna de los Alumni de fútbol primero y de rugby después, recordando que cuando el juego primo de la pelota redonda se pasó al profesionalismo, los viejos alumnos del High decidieron dejar de jugar y unos cuántos años después volvieron a las andadas pero esta vez con la pelota ovalada. En 1951 los muchachos decidieron volcarse al rugby y, aunque su origen es físicamente tan cercano al BAC, armaron su propio club y hasta llegaron a jugar sus primeros dos años de vida allá lejos en el sur, usando la cancha de Pucará en Burzaco, que de esa manera respondía a las gentilezas recibidas oportunamente de Porteño, Buenos Aires y Lomas Athletic que ofrecieron sus predios de manera gratuita para que el Rojo pudiera comenzar, allá por 1944, y como nobleza obliga, los hombres del Tifón cedieron no sólo el terreno sino sus camisetas para que Alumni arrancará su camino triunfal.
Hay varios clásicos, como por ejemplo el que el viejo Municipalidad (hoy Ciudad) mantenía con su vecino de enfrente, Obras Sanitarias, hasta la desafiliación de este en los años de la FEDAR, y aunque el negro y oro ha vuelto al rugby de la URBA, su posición lo aleja temporariamente de su viejo contrincante. Muchos de aquéllos que fueron parte de Obras formaron San Patricio, por lo que aquella pica de la calle Republiquetas (hoy Sánchez) se quedó de color celeste y blanco que visten a ambos clubes.
La historia de Pucará tiene alguna similitud con la del CASI-SIC, ya que el equipo de Burzaco es una escisión de GEBA cuando por razones internas que duraron varios años alrededor de 100 jugadores del equipo cruzado por una franja celeste, que fuera protagonista ineludible de los campeonatos de la época, dejaran Palermo para irse a jugar al sur del conurbano bonaerense. Pucará debe ser, con seguridad, el único club del mundo que se fundó dos veces el mismo día, en el mismo lugar (la casa de los Jones en el barrio de Colegiales en la Capital Federal) pero con 4 años de diferencia. Y a pesar del compromiso de respetar la primera fecha como la de la fundación (12 de octubre de 1939) los muchachos, que siguieron jugando para el Gimnasia del presidente Aldao hasta el 12 de octubre de 1943, verdadera fecha de inicio de actividades deportivas, decidieron comenzar a cumplir años a partir de la segunda fundación.
Pero claro, ¿y el clásico? Bueno, el clásico de CUBA era justamente Gimnasia y Esgrima que, con la pérdida de tantos jugadores mayores y juveniles quedó herido y el clásico se mudó de la mano de los jugadores que cambiaran los colores claros por los marcados rojo y azul y se fueron al sur en búsqueda a nuevos aires y formar un club sólo de rugby, donde pudieran divertirse, tomar alguna copa, bailar y no usar corbata en los terceros tiempos, que era lo que les pedía Aldao.
Claro, en esos dos equipos en los años 50 estaban muchos de los mejores jugadores del país y desde su fundación (o mejor dicho, desde que Pucará ascendió a primera en 1946, luego de ganar invicto los campeonatos de 1944 en Tercera y de 1945 en Segunda) el clásico es entre Pucará y CUBA, compartiendo ambos el campeonato de primera de 1950 y siendo parte hasta que el equipo del damero fuera intervenido en 1953 de partidos de exhibición que se desarrollaban durante la pretemporada en la ciudad de Mar del Plata donde concurrían 2000 personas por partido.
Claro, hay muchos más clásicos (el clásico de los Fundadores y el clásico de los Colegios) y muchas más historias para contar, así que me dejo algo en el bolsillo y me quedo con la esperanza de que nuestro joven periodista guarde esta información que es parte íntima del rugby de Buenos Aires.
Marcelo Mariosa