-Viste cómo es- me dijo el Cholo. -Vos te despertás porque suena el coso ese y hay que correr al trabajo. El café apurado, un pedazo de pan y un pedazo de queso. Después, todo el día de acá para allá. La cabeza a mil, mi jefe que mucho no me quiere, mi mujer que me llama porque me olvidé de pagar algo y todo gira-. Al Cholo se le aborbotonan las palabras
La vida de los jugadores de rugby amateur es parecida a los seres humanos normales, pero tiene una arista distintiva: aunque no cobres, sos un verdadero profesional. No, no te entrenás todos los días (o sí, pero un rato) pero seguro no descansás lo que realmente necesitás descansar. Vas al gimnasio, salís a correr, tres noches en el Club, la llegada tarde a casa, a veces te esperan y a veces no. -¿A qué hora llegás?- pregunta Mary, que repite la misma pregunta varias veces por semana.
Pero el sábado te despertás solo. No hay despertador. No hay corridas. Sentís el cansancio de la semana pero la adrenalina te hace sentir bien, poderoso. Una aspirina, jugo de fruta, bananas a primera hora. Quizá algo de pasta más cerca del mediodía.
-Viste cómo es…- insiste mientras se refriega las manos en el bar del Club. –Me vine solo para no apurar a Mary, que viene después con los chicos y sus viejos o los míos-. El Cholito está tenso, pero lo disfruta. Y llega Mary, los chicos, los juguetes, una pelota. Hay almuerzo familiar, todos ríen. El Cholo pone cara de que está todo bien, que hay calma, sonríe con los chicos, trata de relajarse un poco. Le duele un poco la rodilla, lo suficiente para parar un día pero… -¿vos estás loco Negro? Si paro ahora no arranco más- me dice. Y yo lo miro asintiendo.
Hay risas en todo el Club pero el Cholo está sin estar, contando los minutos que faltan, mirando a cada rato el reloj. Van llegando los compañeros y Mary, que lo tiene junado desde menores de 18, ya sabe. -¿No querés ir yendo Papi?- porque Mary le dice Papi desde que nacieron los chicos, no sea cosa que los hijos le digan Cholo u Osvaldo.
El Cholo mira el reloj por nonagésima vez. –Bueno, dale- responde, agradeciendo la compasión de su esposa. Y arranca a donde están casi todos, porque ya casi es la hora.
Y este es el momento donde empieza un partido de rugby. Porque un partido de rugby no empieza cuando suena el silbato, sino cuando entrás al vestuario bolso en mano. Y el precalentamiento verdadero empieza el lunes.
¿O cuándo creías que empezaba un partido de rugby? Empieza cuando entrás al vestuario lleno de ilusiones, lleno de ganas y lleno de energía, dispuesto a dar batalla en cada rincón y honrar el privilegio de ponerte la camiseta de tu club.
Marcelo Mariosa
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