Es muy difícil describir el partido que ofrecieron Escocia y Argentina en Murrayfield sin describir la expulsión de Marcos Kremer y las dos amarillas que sufrieron Alemanno primero y Lavanini después, para dejar a su equipo con 12 durante 10 minutos y con 14 por 60. Sin embargo no hay que dejar de ver cómo jugó el equipo local, y las fallas técnicas, tácticas y disciplinarias de Los Pumas, que tienen equipo para superar también a Escocia a pesar del historial 5-0-4 a favor de los del Cardo jugando en Edimburgo y del 12-0-12 en el general.
Los Pumas arrancaron bien, atacando con dureza al equipo local, hasta que Finn Russell decidió ser el corazón de su equipo y reeditar viejas sociedades con Stuart Hogg. Y Russell tiene un talento innegable con altibajos que dependen de cómo esté cada día y de cómo fluye el juego; y si las cosas le empiezan a salir, más busca, más de divierte y más consigue. Parte del planteo inicial debería haber sido detener al 10 escocés, sabiendo de lo que podría pasar, o al menos cambiar la estructura defensiva para evitar su despliegue. Pero eso no pasó y Russell se fue agrandando hasta convertirse en el eje, amo y señor del partido.
El equipo argentino trabajó arduamente el partido hasta exactamente los 20 minutos del primer tiempo, cuando se produce la expulsión del jugador entrerriano, por un golpe con el brazo en la cara del capitán escocés, Jamie Ritchie. Está claro lo que dicen las reglas, y sin dudas hubo irresponsabilidad del ala argentino, pero al mismo tiempo existen acciones que si se sancionan como en éste caso, va directamente en contra del propio juego de contacto. Quisiera ser claro, hubo contacto, en ocasión de una jugada rápida, el skipper escocés que trastabilla tratando de detener a Los Pumas en ataque, si bien no era una amenaza para ese ruck que se estaba formando, Kremer entendió que sí y se dispuso a «limpiarlo», ingresando correctamente a la formación. Con Ritchie semi caído (la cabeza a la altura de la cintura o más abajo), la limpieza ocurrió y el brazo derecho del 7 argentino golpeó la cara del escocés. En la repetición y en cámara lenta, es difícil interpretar la acción de Marcos, pero el golpe estuvo, y era amarilla y penal. El juez Karl Dickson (Inglaterra) entendió que era roja y comenzó a cerrar no sólo el partido sino una tarde repleta de situaciones que no supo o no pudo manejar, haciendo que los caldeados ánimos de los jugadores «hirvieran» en algunos momentos hasta las amarillas a Gallo y al propio Ritchie, un jugador muy hablador, ya en el segundo tiempo.
A la expulsión de Kremer, se le sumó un error similar de Alemanno, que sólo fue amarilla y de ese penal, vino un line&maul que Lavanini supuestamente derrumbó y afuera también por 10 minutos. Yo creo que, a pesar del orgullo Puma y de una pelota que levantó Orlando en pleno ataque escocés, que devino en un try debajo de los palos de Boffelli, fruto de ese contraataque de 75 metros, el equipo nacional no tenía demasiado para ofrecer. Pero «alea jacta est» y Los Pumas la tendrían difícil de sostener, porque no hubo más ideas, ni propuesta, ni herramientas. Los errores aparecían por doquier, el cansancio, que yo intuyo mental, aparecía a pesar de los esfuerzos de los propios deportistas y sólo quedaba dejar el orgullo sembrado en Murrayfield.
Dos perlas que determinan cuál era el «mood» del partido: Carreras, un jugador con un talento innegable, cometió tres errores con el pie que costaron puntos, dos de ellos penales dejados dentro de la cancha y el otro un kick de despeje fuera de los 22 metros que salió directamente. Luego, ingresó Sánchez, con experiencia y pocos minutos en 2022. Y cometió errores similares. ¿Por qué digo ésto? Bueno, porque no estamos hablando de un jugador, sino de una sintonía de juego y concentración que no pudo lograrse.
Con 14 todo el partido, con 12 durante 10 minutos del primer tiempo (15 vs 12) y luego en algún momento 14 vs 13 (amarillas mencionadas), se veía la frustración del equipo argentino contra el crecimiento del 10 local, que hacía y deshacía a su gusto. Cada jugada de calidad pasó por sus manos, quebrando la línea de la ventaja casi siempre, entendiendo por dónde había que hacer circular la pelota y cediendo al jugador correcto. Del otro lado no había respuestas, ni tackles lo suficientemente contundentes aunque, para cerrar el juego y con 5 minutos adicionales, Los Pumas mostraron su corazón y arremetieron sin cometer errores sobre el in goal escocés hasta lograr un try póstumo, con la suerte echada y el marcador puesto.
El equipo argentino se enfrentaba a la posibilidad de cerrar un muy buen año, empatar la serie de visitante con Escocia y pensar con mejor claridad en lo que viene (3 partidos del Rugby Championship más un «bis» con Sudáfrica entre julio y agosto) y ya directamente el Mundial de Francia. La novedad fue el pase de Sánchez del Stade al Brive, que peleará el descenso, pero que le dará minutos, necesarios para poder subirse al barco mundialista. Mientras Gloucester sigue pensando en Carreras como un wing que puede pasar de 15.
El tiempo se nos viene encima y el trabajo que debe hacer Cheika y Staff es muy arduo, ya que los chispazos que aparecieron habrá que consolidarlos sin partidos y fortalecer puntos que hoy están flojos, sobre todo dentro de la cabeza de cada jugador y no hablamos de esfuerzo o entrega, sino de stress o cansancio de tantas batallas jugadas, algo que, ya lo he dicho, lo están pagando los equipos del hemisferio sur.
La tarde escocesa fue un suplicio; kicks al cajón demasiado cortos, elección de las jugadas por el lado equivocado e infracciones e indisciplinas cometidas que hay que evitar, porque ningún equipo del mundo resiste jugar con la inferioridad numérica que le tocó a Los Pumas ni con los penales que comete y que lo hacen jugar dentro de su extrema defensa.
Pero cuidado, que Los Pumas no son ni tan buenos (como cuando les ganamos a los All Blacks) ni tan malos (como el sábado) sino que fue un equipo cansado que no tuvo resto para la batalla y que sufrió la disminución de su plantilla por infracciones. Habrá que descansar, pensar bien cómo se harán las cosas, establecer un esquema de juego con muchas variantes (que Los Pumas no tienen y que en Murrayfield tuvieron menos) y que no pudieron entender que había que presionar mucho más al talentoso Russell que sacó conejos de su galera y sacó a pasear al XV argentino.
RADIO RUGBY y La Pluma del Ruck agradecen a todos los que siguen los comentarios en fanaticosdelrugby.com.ar y los relatos de los partidos de Los Pumas por el canal de YouTube y por la fmpremium.com y ya los invitamos para que el 8 de julio escuchen las alternativas del partido que, en Buenos Aires, disputarán Argentina y Nueva Zelandia, por el Rugby Championship.
Muy hacertadorable el comentario
Insisto (coincidiendo con Mariosa) que una gran parte de la performance de Los Pumas pasa por la cabeza y la concentración (ambos temas pueden ser entrenados). De hecho también creo que (una vez más) el referee tuvo una actitud mucho más estricta para penar a Los Pumas. La jugada en la que le pone amarilla a Tuipulotu (casi terminado el partido) merecía una roja siguiendo el criterio aplicado con Kremer. De todos modos sabiendo que seremos observados con microscopio debemos ser mucho más cuidadosos que nuestros oponentes. Espero que estos mese le permitan al cuerpo técnico diseñar una mecánica de trabajo que ponga énfasis en concentración y objetividad de análisis por parte de los jugadores.