El deporte en general tiene, en sí mismo, valores que no deberían transgredirse, como una competición sana con cuerpos sanos, aceptando el talento de cada uno y trabajando el máximo posible, para poder ser mejores. El rugby agrega algunos conceptos que no todos los otros deportes muestran, como por ejemplo la actitud de grupo en posiciones de juego, y físicas, diferentes, el poner el cuerpo y sus dolores producto del juego, al servicio de la entidad común, y también el respeto con que debe ser jugado, ya que es sin duda un juego de roce físico y de muchos jugadores, y, como sabemos, no todos somos iguales ni pensamos o sentimos lo mismo ante los mismos disparadores.
Las bases históricas del juego, que intenta mantener su estructura pero que no puede, es el deporte, la práctica, el respeto, el compromiso y la solidaridad en cada faceta del juego y claro, la recepción de los adversarios y su atención en el tercer tiempo. No todo esto se cumple a rajatabla y de eso vamos a hablar.
El Rugby Argentino
Desde hace un tiempo machaco que con las redes sociales cualquier persona puede opinar, con o sin razón, con o sin formas, desde la sangre o desde el cerebro. Y claramente todos creen tener la razón. Desde las críticas impiadosas a algunos jugadores o miembros del cuerpo técnico, es obvio que ante el no cumplimiento de nuestros deseos muchas personas se expresan rompiendo muchas veces los viejos códigos del respeto. A esta altura ya todos conocen las sanciones que la Unión de Buenos Aires le aplicó a Club Newman y se trató de una señal de lo que no es aceptable, aún en las mayores pasiones posibles, simplemente porque se birló uno de los preceptos básicos del juego, que es el respeto. Pero cuidado, que esta sanción no fue sólo para un club que hace años que viene trabajando muy bien su juego, sino para los muchos clubes que tienen en sus tribunas, en partidos con mucha menos gente, algunos que se comportan de manera similar que los sancionados. Es hora de que todos nos demos cuenta y juguemos el partido que queremos y debemos jugar. No se trata de enseñar el rugby-juego solamente, sino de enseñar rugby, con leyes de las escritas y de las que no están escritas.
También hay que levantar la mano para que la UAR, madre de todas las uniones que la componen, aseguren el cumplimiento de los campeonatos y supervise el funcionamiento de los mismos. Es que no en todas las uniones hay perfume de rosas. Por ejemplo, no es raro que en alguna unión se suspenda un partido del campeonato porque el equipo visitante decidió, justo ese día, hacer un seven en su club. Y claro, no asistir a la cita. Y claro, la vista gorda y no hay castigo.
Los Pumas
Antes de hablar de la buena performance de Los Pumas en el Mundial de Francia 2023, y entendiendo que múltiples razones impidieron que se jugara mejor y que posiblemente se le hubiera ganado a Inglaterra en un Mundial por primera vez (esto hay que decirlo), hay que ver cómo siente y cree el juego que el equipo nacional puede desplegar el staff técnico. Cualquiera de nosotros puede tener desacuerdos en la formación y no sería la primera vez que la gente pregunta por qué éste sí y el otro no. A pesar de eso, el equipo llegó hasta donde quería estar de mínima, y eso cuenta. Pero se podría haber jugado mejor, aún aceptando que hay posiciones en las cuales otros equipos nos superan en calidad, y nuestros jugadores tratan de suplir con pasión y entrega.
Nos queda la sensación de que el Staff podría haber dado más, o haber diseñado mejor la estructura de juego. Claro, ninguno de nosotros ha sido contratado (aún) por la UAR y siempre digo que muchas voces podrían tener razones valederas. Quizá me haga ruido que el propio Staff no viera lo mismo que vemos muchos, y será de Felipe Contepomi y su asesor Michael Cheika (acuerdo reciente) revisar lo realizado y mostrar que o lo puede hacer mejor, o muchos estábamos equivocados.
A Dónde Va El Rugby
Acá están las señales más negativas y el problema reside directamente en Dublín, la sede de la World Rugby. Ya hemos hablado que el “negocio” del rugby choca contra la involución que muestran algunas áreas del juego, algunas regiones económicas y lo que el rugby realmente puede ofrecer como espectáculo alrededor del mundo. Y empiezo entonces por Argentina, un país básicamente apegado al deporte primo, que no puede por el momento pasar a tener más de 2 franquicias de medio año. ¿Por qué? Porque no alcanza el dinero para mantener más que esas dos, y porque, aunque duela, no hay un público que acompañe con dinero esos despliegues. La televisación no es suficiente, los espónsores no ponen todo lo que se requiere y entonces no alcanza. Pero no es un problema argentino solamente.
En Nueva Zelanda, los jugadores no ganan el dinero que sí ganan en Francia o Japón. Y la NZRU sólo elige a jugadores que juegan su torneo local. En Inglaterra, los números no cierran, se cayeron tres equipos e Itoje se estaba debatiendo entre seguir en Saracens o salir rumbo sur para ganar un poco más de dinero pero que con su salida algunos nuevos jugadores podían pasar a vestir la casaca de los Sarries.
Ni hablar de Australia, donde el rugby unión es el tercer rugby en interés.
Al tema dinero hay que sumarle los problemas de las reglas. El tema scrum es central, quizá la bandera de nuestro deporte, y no hay decisiones correctas al respecto. Tirar la pelota casi directamente a los pies de la segunda línea no es una solución sabia, sino que hay que trabajar el enganche de los primeras líneas y terminar con el free kick. Hay un punto difícil de ajustar, que son los golpes en la cara o la cabeza. Vamos, se trata de un juego de roce, la cabeza está ahí, y lo que no debe permitirse es la intención de un golpe artero, pero sí un golpe no intencional.
El año pasado, la propia WR quería hacer un torneo europeo de 12 equipos y seis u ocho semanas de duración donde jugaran doce jugadores y no hubiera scrums. ¿Por qué? Porque buscan saber si pueden conseguir nuevos “mercados” o “interesados” y ahí está uno de los problemas más grandes. A esto se le suma un bajo interés del principal mercado que se busca, que es el de Estados Unidos. Por una vez dejen de pensar en conseguir algunos millones más de televidentes o consumidores, volvamos a las bases, miremos los clubes amateurs y ayudémoslos para que puedan captar jugadores, para que los entrenadores y maestros estén debidamente capacitados en el juego y en el comportamiento (de los jugadores y allegados), miremos un poco más el ombligo porque de otro modo, de tanto mirar para arriba, nos vamos a tropezar e irnos derecho al piso.
El Viejo Juego
Nadie debe olvidar dónde empezó todo. Socializar, enaltecer el cuerpo, responder a las reglas que están escritas e impone una persona, y obtener todos los beneficios que un deporte de conjunto y de roce puede tener. Hay que volver a las bases, terminar de mirar la competencia internacional y fortalecer las piernas, porque en un tiempo nos va a costar caminar. ¿Y el deporte profesional? Bien, gracias. El 0,25% de los jugadores de un país podrían ser profesionales, y dentro de esos están los que puede emigrar a ligas mejores (de las buenas y no tanto que hay en Europa) y los que puedan jugar en los equipos regionales. Y en ese camino, muchos respiran por esos pocos que siempre nos representaron con respeto y esfuerzo, pero eso es una puntita del rugby.
Mientras el rugby español la pasa mal, ya que desde un floreciente momento ha venido decayendo en la postpandemia, donde los clubes han ido cerrando por falta de presupuesto. Y eso no pasa en los 200 clubes de Argentina precisamente porque son amateurs y los niños juegan porque les gusta jugar y punto.
Entonces, mientras el mundo desespera, mientras el dinero mueve los hilos del rugby mundial, donde naturalmente los mejores van buscando ligas que paguen mejor, no hay que comerse la vaca que da la leche, sobre todo porque no se trata de un negocio (para nosotros) sino de un deporte formativo y social, donde muy poquitos podrán ganar dinero de él. Y ese camino, el del dinero, es de beneficio para muchos, quizá demasiados, diría El Mosca, y eso, claramente, impide ver el bosque que estamos haciendo leña.
Marcelo Mariosa
Muy bueno,impecable.
Da para pensar,crei falta imaginación.en el juego,y para hacerlo crecer.
Paro acá, porque creo da para escribir un libro de ideas,y sentimientos.
Gran abrazo
Me gustaría pensar que, son los menos los que se olvidaron de las bases de este magnífico deporte, aunque pareciera
suceder lo contrario. Los Pumas figuran entre los 10 mejores seleccionados del mundo, pero el Rugby argentino figura en primera fila como modelo de clubes de carácter amateur, dónde todavía prevalece el famoso voluntariado. Por eso es único y todos debemos esmerarnos para que lo siga siendo. Habrá que re encontrar la forma en la cual el espíritu, las reglas no escritas y el respeto, vuelvan a su cauce normal para no permitir que nos invadan propuestas que atenten contra lo mejor que tiene este deporte, hacer mejores personas primero y mejores jugadores después!
De acuerdo completamente. Creo que terminaremos con dos campeonatos. Tendremos que trabajar mucho para seguir con los valores de este deporte