Cuando todavía no se apagan los miles de comentarios de hinchas fanatizados que golpean a algunos comentarios críticos del desempeño de Los Pumas, es hora de repasar lo ocurrido en el Velodrome de Marsella y pensar que el viernes tendremos una hermosa y dura oportunidad de mostrar si este equipo puede seguir creciendo. Del otro lado estarán unos furiosos All Black que ven a Los Pumas como un simple escollo para llegar a jugar una deseada final y especialmente querrían que el adversario fuera precisamente Sudáfrica, quienes los golpearon sin pena en aquel partido previo al mundial en Twickenham.
En un partido que aparecía como decididamente parejo, dos equipos de similar nivel y esquemas de juego diferentes se enfrentaban. De un lado los Dragones Rojos, invictos en este mundial y con un equipo que entiende qué debe hacer en una cancha de rugby, aceptando sus limitaciones. Del otro lado, un ascendente equipo argentino que todavía no llegó a jugar lo que puede, y va a necesitar de todo su arsenal el próximo viernes.
El Mosca, aquél viejo entrenador que siempre menciono en mis historias, decía que durante el juego no se debían repetir las jugadas, porque si el adversario es inteligente, las iba a contrarrestar o aún peor, a partir de esa repetición romper el statu quo, hacerse de la pelota y generar daño. Los Pumas arrancaron con un desempeño muy firme pero que no le dio puntos y la contrapartida fue la inteligencia de Gatland de desplegar su esquema de una manera inesperada: jugar “largo” (hacia afuera) mientras Los Pumas los esperaban por “adentro” (corto) y se pudo ver entonces correr varias veces a los wines galeses, ganando metros, pero como la marca flotaba llegaba a cubrir, tuvieron que usar el pie para un toque corte, y en todos los casos la defensa basculante ejecutada por encargados (wing opuesto, centro, full back) respondieron a la perfección a la urgencia. Ese esquema defensivo es muy riesgoso, sobre todo contra equipos como los neocelandeses, y habrá que corregir formato, largar al 15 que suba a sumarse a esa marca que pasa de ser comprimida a flotar hacia afuera y cubrir esa subida con el wing del otro lado o un jugador que debería llegar en auxilio.
Pero Los Pumas vuelven a cometer un error en la marca, esta vez cerca de la formación y viene el primer try galés, quizá injusto en parte, pero vamos, hablamos de deporte y fue un try muy bien logrado y debajo de los postes. Ese try golpeó duro en las mentes argentinas que necesitaron unos cuántos minutos para recomponerse, y a fuerza de coraje y resiliencia, fueron por puntos. El resultado al momento del descanso (6-10) dejaba margen para el partido, y podía ser para ambos.
Los que siguen mis comentarios sobre el juego saben que no me gusta contarles el partido, porque eso lo hacen muchos colegas. Yo prefiero ver y contar otras cosas, que entiendo tienen más jugo para los que somos fanáticos del rugby. Pero este partido amerita el detalle, porque de esa manera vamos desgranando lo que se debe resolver y lo que estuvo firme y debe mantenerse. Los Pumas no descansaron, se mostraron sólidos en el scrum y en el line (Gales perdió dos y un tercero lo pudo recuperar) y se pusieron a uno, y luego dos arriba (dos penales convertidos y uno errado) pero demasiado pronto (16 minutos), casi el mismo error cerca de la base provoca el segundo try de Gales, luego de un confuso momento donde el equipo británico no sabía como acelerar el juego, o conseguir pelotas de calidad, el 9 suplente pasa cerca de la formación, encuentra un agujero grande como una casa y se va hasta los palos. Una vez algo para corregir. Pero al mismo tiempo seguían los puntos altos. Casi todo el equipo se mostró sólido, seguro y no puedo decir confiado, pero sí con fe para derribar a los galeses, trabajando y mucho para conseguir un partido que claramente requería de eso, de trabajo, de paciencia y de ir por puntos y volverse con ellos.
Los Pumas fueron por más y sus “gordos” batallaron con paciencia para lograr un try para ponerse dos arriba. El partido se pone como debe ser, matar o morir, pero Los Pumas aparecen como un poquito más enteros, cuando ocurre la jugada donde una vez más los galeses aprovechan el espacio cercano al touch para correr, un buen apoyo (4 jugadores) contra la cobertura desesperada y el tackle de Moroni (extrema defensa del centro que venía desde el otro lado para reposicionarse) que saca de la cancha a Rees-Zammit antes de que apoye un try que podía ser muy importante a esa altura del partido. Los Pumas respiraron y fueron por más. Entonces se me aparece la voz del Mosca diciendo lo de la repetición, y los galeses ensayan nuevamente un doble cruce por la espalda (tercera vez en el partido) y Sánchez, que podrá haber tenido un bajón deportivo en el pasado y parece que ya está de vuelta en su nivel, y además tiene experiencia, “leyó” la jugada y con máxima inteligencia se metió dentro del bolsillo ofensivo y se llevó la pelota hasta los palos. Un verdadero regalo para alguien que estuvo, que lustró el banco (a veces) y que levanta la mano de nuevo desde su experiencia y desde lo que hay que hacer para jugar este tipo de partidos que, repito, no es lo mismo que un Test Match en la ventana de noviembre o de junio.
Ya no habría tiempo para mucho más, Los Pumas se habían instalado en las semifinales por segunda vez en su historia y no importa el adversario y casi tampoco importará el resultado (o sí, claro que importa el resultado, pero hay que tener claro el objetivo, y era jugar los 7 partidos).
¿Se le puede ganar a los All Blacks? Bueno, es muy difícil, pero no imposible. Durante una buena cantidad de años fue imposible, pero ahora hay un margen de posibilidad. Habrá que jugar a más del 100% durante más de 80 minutos, no tendrán que cometer errores defensivos y habrá que tener un plan y también un esquema para entender cómo se presenta el partido ya sobre le verde césped, y eso es algo que nos venía pasando, es decir, jugar un modelo de manera rígida y no saber como cambiarlo frente a la necesidad. Asumo que habrá que revisar lo de la marca comprimida en el centro y ver de qué manera no le cedemos espacios a los de negro. También tendremos que restarle velocidad a todos esos movimientos que ellos tienen y que supieron mostrar contra el mejor ataque del mundo, que es el de Irlanda.
Es un orgullo enorme que los chicos (porque son nuestros chicos, todos nuestros, ninguno importado) hayan llegado hasta acá, y estaremos junto a ellos dónde y cuándo jueguen (sólo hace falta ver las tribunas), pero me vuelve la voz del Mosca que decía que “no hay que hacer lo que el adversario espera, porque te va a neutralizar con una sonrisa en la boca”. Los Pumas no sólo tendrán que jugar a su máximo nivel sino desatar los nudos de algunos paquetes de sorpresas, de la misma manera que hicieron en Parramatta y en Christchurch, porque jugando de una manera “esperada”, la noche del viernes será muy larga.
¿Se puede? Claro que se puede. Al fin y al cabo, también decía el Mosca “en la cancha son quince contra quince y son seres humanos igual que ustedes”.
El deseo más querido es jugar con el corazón y de acuerdo a la valiente historia. Lo demás, es obra del destino. Y será lo que deba ser.
Marcelo Mariosa