Recientemente, el Consejo Directivo de la Unión Argentina de Rugby, liderado por su presidente, Gabriel Travaglini, arribó al final de un camino que incluía una “modernización” del logo e isologo de la Unión, es decir, de rugby argentino y básicamente de Los Pumas y Las Yaguaretés. La base de la decisión estuvo fundada en renovar los símbolos del rugby nacional y de alguna manera separar la tipografía de las iniciales de la Unión (U.A.R.) y un baño de espuma sobre el querido yaguareté.
Sin dudas el rugby es un juego que basa mucho de lo que ofrece en la historia que lo rodea y en las tradiciones que se fueron fundando desde un principio, cuando se separaron el fútbol de la ciudad de Rugby del de Eton. Esas tradiciones son las que todos nosotros nos aferramos como parte de lo que el rugby ofrece más allá del nivel de los jugadores, y que tiene que ver con la disciplina, la humildad, la lealtad, el respeto y la solidaridad. Claramente no todos beben el agua de tan hermosa fuente, pero está claro que el esfuerzo de muchos a lo largo y ancho del país, y hasta en otros países, permite que la gran mayoría de los jugadores y familias se formen como mejores personas, si eso fuera posible, y ofrece la contención por fuera de la familia y la escuela que tan bien hace, además de integrar personalidades diversas bajo un bien común, los colores de la camiseta.
A lo largo de los años, algunas tradiciones se han perdido y estoy seguro que algunas se perderán en el futuro. De hecho, en 2011, el escudo de la UAR con su yaguareté mirando hacia el corazón mutó para verse mirando a la axila. Y entonces es hora de recordar algunas cosas, porque siempre hace bien tener un poco de memoria para saber cómo se fue construyendo esa columna que es el rugby argentino. También hay que decir que desde el seno de la UAR se bregó por la no extinción del noble carnívoro de los bosques, reforzando nuestro (¿ex?) emblema, que está en peligro de extinción, debía protegerse.
Hacia 1964, y con algunas visitas ya recibidas hasta entonces como seleccionado argentino, de parte de seleccionados extranjeros, la Unión Sudafricana de Rugby, a través de su mandamás Danie Craven, se llegó hasta el sudamericano de ese año, jugado en Brasil, para ver jugar a los argentinos y determinar si el equipo nacional sería capaz de enfrentar al orgulloso y poderoso equipo nacional sudafricano. Se determinó entonces hacer una experiencia que debía acompañarse de un año de entrenamiento, como para asegurarse de poder estar a la altura. Para el caso, el adversario dispuesto para la gira de 1965, iban a ser Les Gazelles, es decir, los Junior Springboks, jugadores de hasta 23 años.
Me voy a saltar algunas cuántas anécdotas que devienen de ese final del año 64 y el comienzo del 65, como aquella noche que llovía en Buenos Aires y los jugadores citados estaban jugando cartas en el bar del club de Gimnasia y Esgrima cuando llegó el entrenador puesto por la SARU, Izak Van Heerden, que preguntó que hacían ahí. Los muchachos respondieron que estaba lloviendo (en 1965 si llovía no se entrenaba y de hecho, cuando no llovía, algunos trotaban alrededor de la cancha y se pasaban la pelota) y de una manera muy firme, el bueno de Izak preguntó si el rugby se jugaba cuando llovía. Ante la respuesta afirmativa, todo el mundo tuvo que ir al vestuario y embarrarse en uno de los entrenamientos más duros que tuvieron.
El periplo se iniciaba por Salisbury, Rhodesia del Sur (hoy Zimbabwe o Zimbabue) donde se jugarían un par de partidos, y un par de cosas le llamaron la atención a los periodistas locales, al ver al recién nacido yaguareté en el pecho de los argentinos. Primero, llenos de risas, vieron que el yaguareté miraba la axila y explicaron que el distintivo, en el caso de tener un animal, éste debía mirar al corazón (cosa que se cumplió a rajatabla hasta 2011, cuando también los sudafricanos cambiaron el destino de la mirada de su Springbok). Los periodistas estaban muy ansiosos por saber qué clase de animal se enfrentaría a la gacela local, sobre todo Carl Köhler, que requería una y otra vez conocer el nombre del animal, y como “yaguareté” era muy difícil de pronunciar y de entender, los bautizó Pumas. Hay otra historia, contada por Agustín Silveyra, que cuenta que él le dijo a un periodista que era un puma, precisamente porque cuando dijo “yaguareté” nadie podía pronunciarlo. Y Silveyra no sabía como explicarlo ya que no hablaba inglés.
Entonces, el yaguareté, desde el día de su nacimiento, fue un puma con manchas, es decir, nuestro seleccionado nacional nunca fueron Los Yaguaretés, que sí lo son las damas del seleccionado femenino, ya que el año pasado se hizo una reformulación del nombre y emblemas. Al mismo tiempo, se cambió la tipografía de la UAR usando un tipo de letra que personalmente no me gusta, como tampoco me gusta demasiado el nuevo puma, más allá del sinceramiento histórico (por fin Los Pumas tienen un puma sobre el pecho). Pero ahora viene, desde mi punto de vista, lo más delicado.
Todo el mundo tiene el derecho de opinar, de decir lo que le parece, siempre en un ámbito de respeto por todo lo que nosotros, la familia del rugby, ofrece. Las redes sociales permiten que, desde cualquier rincón del planeta, todos opinen si está bien o está mal tal o cual cosa, aún poniendo el carro por delante del caballo. El cambio del emblema histórico, que nos duele a casi todos, no cambia nada lo que significan Los Pumas para todos nosotros. De hecho, como decía, finalmente hay un puma en la camiseta del seleccionado nacional. Pero de verdad me parece innecesario el cambio, por más que desde el Consejo señalen que era algo que querían hacer desde hace un tiempo largo.
A los que opinan, les digo que estas cosas no se pueden votar, porque para eso hay un Consejo, que lo eligen los representantes de las Uniones, que son elegidos por los clubes, cuyas autoridades son elegidas por los socios. Si el Consejo no quebrantó el estatuto de la Unión, está en su pleno derecho, como también esta en nuestro derecho decir que el cambio no nos gusta. Las acusaciones de un gasto innecesario pueden ser ciertas, y otro tipo de acusaciones deberían reclamarse ante la justicia ordinaria.
Quizá, lo que me cayó como un balde de agua fría, fueron las palabras de Gabriel, que dijo que “cuando llegó al Consejo Directivo, junto con Tomás Petersen, se dijeron que a ellos les había costado mucho ser Pumas y que en el Consejo todos tenían una remera con el emblema” (en ese momento el yaguareté). Aunque no hubo una posterior explicación, se desprende de su comentario, realizado en el momento del relanzamiento de la marca Los Pumas (sí, hay que aceptar que Los Pumas es una marca que vende publicidades y ropa) en Casa Pumas que no habrá camisetas, camperas o buzos con el nuevo puma sino con el nuevo logo de la UAR, reservando al orgulloso puma solamente para las camisetas de los jugadores.
La evolución de todos los seleccionados del Tier 1 a través de los años ha sido importante, y quizá el que menos había evolucionado era, precisamente, el del equipo nacional y nadie podría decir, aunque muchos lo dicen, que no se podía hacer una renovación del emblema poniendo, definitivamente un puma junto al corazón de un argentino que, por talento y posibilidades, se pudo poner la camiseta de la selección, representando a las 2 millones de locos que amamos el Viejo Juego que, como dijo Hugo Porta en respuesta al disgusto generalizado por el cambio, la camiseta de Los Pumas no les pertenece a los jugadores sino que es de todos nosotros, los que apoyamos, los que corremos al costado de la cancha, los que juegan a las 10 de la mañana, los que viajan 1000 kilómetros para jugar un partido, los que enseñan, los que estudian, los que tratan a como de lugar de que los jugadores de rugby y los que lo rodean sean mejores personas.
Sin embargo y mal que nos pese, el Consejo Directivo tiene pleno derecho para hacer algunas cosas que podrían no gustarnos, y que nadie espere una compulsa o votación. Porque al final del camino, Los Pumas seguirán siendo Los Pumas, esos pibes que criamos en nuestros clubes, y llevarán bien alto el espíritu del rugby argentino, con un seleccionado lleno de argentinos, tengan en el pecho un yaguareté o un puma, siendo que esté último animal habita las cumbres de Los Andes.
Y también, y no tengo dudas, todos vamos a seguir empujando en cada scrum, saltando en cada line y tackleando a cada adversario que podamos, porque, a pesar de lo que pudieran decir algunos, todos somos Pumas.
Marcelo Mariosa
Del mismo modo en que ciertas cuestiones de identidad fundamental como el escudo nacional, la bamdera u otros signos de lo que nos identificagraficamente en el concierto de países del mundo, debería ser sometidas a referédum, creo que ese mismo mecanismo se debería utilizar (esta vez entre todos los clubes de rugby) para cambiar esos símbolos que son parte de nuestra tradición como rugbiers. No creo que ungrupos de jugadores de culo plano (los dirigentes de la UAR) tenga el derecho de producir esos cambios. Me encantaría conocer los estatutos y, a la vez, enterarme de cuánto ha sido el costos de esta basura poco creativa y mucho menos tradicionalista.
Hay que dar por sentado que el rugby tal como lo conocimos SE ACABO, MURIO, NO EXISTE, lamentablemente. Esta nueva actividad se rige con otras reglas. Resignacion. Todo lo que escriba es para mala sangre. Considero que es hora de dividir las aguas, sin peleas ni cosas por estlilo.
Muy bien Jorge! Ya todos sabemos quien y quienes son los «culos chatos» de la UAR… esos son los que hacen el «negocio» y ambos, con sus amiguetes compartieron camiseta, no honores!
Es un logo claramente «corporativo» que busca la idea de «empresa» (si, es una mirada subjetiva). Y como en toda empresa, los dueños son los accionistas y no sus empleados y colaboradores. En todo caso para esa mirada excluyente, ser Puma no solo es ser o haber sido jugador sino que sobrevuela en el ambiente cierta idea clasista.
Un tema que el rugby había superado….
Querido Marcelin, cuando uno se enamora de algo en la vida, se enamora ciegamente por un sin fin de motivos. Yo y muchísimos de nosotros nos hemos enamorado de Los Pumas desde su nacimiento, tal cual como nacieron. No nos hagan perder ese amor que tenemos muchos, por unos pocos que decidieron por nosotros cambiar el Yaguaretè que es nuestro, de ❤️ corazón !!