Siempre explico que el sueño de todos los jugadores de rugby de Argentina es ponerse la celeste y blanca con el yaguareté, o ahora el puma, sobre el pecho y estar ahí, de frente a la tribuna oficial, cantando el himno. Eso explica por qué nuestros jugadores se emocionan en ese momento, porque lo ha soñado y porque saben que es el máximo deseo de todos los que alguna vez jugamos y también de muchos que jamás pudieron jugar. Muchos más que el 98% de los jugadores del país serán amateurs y apenas el “casi nada” por ciento serán Pumas.
También explico, a modo de justificar mi falta de talento como jugador, que debido a que trabajaba todo el día cargando una valija de más de 20 kilos por la calle, viajaba colgado del tren para ir a entrenamiento (hasta que compré un ya famoso Citroën 2CV con mi primer aguinaldo) y dormía bastante mal, por escasez de horas de sueño o por mal dormir, lo que hacía que llegara el sábado y, camino al club, no podía sino quedarme dormido o no tener fuerzas para jugar, por lo que me requería todo un trabajo previo para “arrancar” la máquina combativa. Y por ahí me quiero parar, en el sueño.
Muchos años después, me di cuenta que mi nariz desviada y otras fallas en m camino a los pulmones me hicieron comenzar a usar un CPAP, lo que resultó una bendición para mis noches y mis días y comencé, en ese momento, un proceso de educación y entendimiento del sueño, aunque de manera personal, es decir, sin casi compartirlo con nadie. Aprendí de la necesidad del descanso físico como una reparación no sólo celular sino en términos generales, y que ese descanso está desvinculado del funcionamiento cerebral, o sea que yo podía estar descansando despierto y con mi mente trabajando a full, pero claro, no es tan fácil, porque dentro del proceso hay que engañar al cerebro para que siga trabajando sin darse cuenta que estamos re despiertos y que la respiración puede seguir operando al 25% de su funcionamiento como si estuviéramos realmente dormidos.
Todos estos análisis empíricos del sueño, que incluyeron estudios de control mental, estaban ahí, dentro de mi mismo hasta que me crucé, de nuevo, con Santi Gómez Cora, que también tenía un sueño, lo cumplió, y que ahora puso su atención en el sueño por diversas razones que les paso a detallar. Nuestro encuentro se produjo, entonces, de manera casual y ambos sosteníamos inquietudes sobre el sueño, aunque el bueno de Santi tiene avanzados trabajos y lecturas sobre el tema.
Santiago es, sin duda, el hilo conductor de la inclusión en los primeros niveles del rugby de 7 del equipo nacional. Él mismo fue un jugador récord pero totalmente intuitivo y desde allí desarrolló las mejores prácticas de cómo jugar mejor el Seven para igualar a las potencias de ese momento, aún con un biotipo que había que mejorar. Ahí aparecieron los 8 Escalones, que es como yo llamo a los 8 años de continuos avances, mejoras, técnicas y desarrollo de habilidades para hacer de un equipo de mitad de tabla para abajo estar compitiendo “por un sueño”, el de estar en los primeros puestos y aspirar a títulos y medallas. El seven pasó de ser un juego de fin de temporada para ubicar a los mejores deportistas del rugby con características físicas particulares (y entendiendo el contexto del juego) y convertirse en todo un circuito internacional y al mismo tiempo un deporte olímpico. Y, siguiendo la evolución ininterrumpida del ex jugador de Lomas Athletic y fanático de Banfield, por qué no jugar torneos de 7 en cada una de las fechas libres que actualmente el rugby tiene como descanso.
Pero no llegamos al final. Resulta que le circuito de seven tiene el problema de ir saltando de un lado al otro del planeta y el “jet lag” (o sea la descompensación horaria que sufrís saliendo del huso horario en el que tu cuerpo se encuentra habituado) logra una merma sensible a la hora de hacer un deporte de tanta exigencia física como el rugby de 7. Santiago se pudo a estudiar ese tema y ver de qué manera lo podía compensar, precisamente estudiando el sueño y las horas de descanso necesarias para cambiar de país de la forma en que te obliga el Seven Series y evitar esa sensación de fatiga que te produce viajar en avión y seamos justos, no es culpa del avión sino del desajuste que el viaje a un lugar distante de tu base produce a la hora de descansar y ya lo hemos escuchado, cuando nos dicen que los propios periodistas que están en Nueva Zelandia, por ejemplo, y explican que no pueden dormir por la noche porque tienen la hora cambiada.
El equipo nacional ya no sólo cena varias horas antes del momento de acostarse, para que la digestión se haga mientras estén despiertos, sino que, dependiendo de muchas cosas, los horarios para acostarse pueden ser las 9 o 10 de la noche. También la necesidad de que no haya ruidos que puedan despertarlos, que no haya nada de luz en la habitación y que, durante un tiempo prudencial antes de acostarse, no haya videos, televisión o celulares que puedan alterar la actividad cerebral y que cambie el proceso de baja de intensidad a la que debe someterse el cerebro antes de comenzar a descansar. Y vienen las preguntas: ¿te dormís inmediatamente? Eso no es bueno, porque es una señal de que tu cuerpo pedía un descanso y estás jugando al límite. ¿Te cuesta dormirte? Bueno, algo alteró el camino crítico del descanso y tu cerebro está alterado. ¿Cuánto tiempo debería tomarte el dormirte? Bueno, no hay que contarlo, porque eso altera el proceso, pero entre 20 y 30 minutos.
¿Cómo hacer para tener el mejor desempeño físico lejos de casa? Si no podés llegar con suficiente antelación para ajustar el período de descanso y ofrecer tu mejor versión física, hay que empezar a “vivir” en el horario al cual te vas a trasladar con tiempo de antelación.
El descanso nocturno es tan importante que Santiago, de manera experimental, y algunos de los jugadores de seven utilizan un anillo inteligente que, conectado a un equipo celular, les permite saber exactamente los ciclos de sueño y descanso de cada uno.
El sueño de uno que se terminó convirtiendo en el sueño de muchos para tener una vida deportiva mejor y todo eso sale de la cabeza de alguien que le pone el corazón y el cerebro (y los hace descansar, obvio) a todo eso maravilloso que está haciendo por el rugby de 7 jugadores.
Y yo que me iba a bailar a la City los jueves después de entrenamiento. El resultado era obvio.
Marcelo Mariosa