Sebastián llora. Llora y salta casi desenfrenado. Martiniano, a su lado, ojos vidriosos, grita con lo poco que le queda de voz y casi no se escucha lo que dice. Ambos tienen la camiseta de su club y juntos no llegan a sumar veinte años. Allá abajo en la reja perimetral de una de las populares, se sacuden en la tarde de sábado las banderas de varios clubes. Arriba, contra las paredes, trapos de todo el país bailan al son del griterío y el viento. Hay señales por todos lados de que todo el que pudo estar el sábado en Vélez se había llegado a ver a unos Pumas que en Córdoba no habían tenido un buen partido. La ilusión es lo último que se pierde y con el silbato final, la euforia de todos fue una explosión casi ensordecedora, que comenzó cuando McKenzie pidió postes para que, con su certera patada, consiguiera el punto bonus defensivo. ¿Por qué los Fabulosos All Blacks harían eso? Porque la posibilidad de irse de Buenos Aires con las manos vacías era alta. Y eso, ya es una señal de las buenas.
Los Pumas han jugado un partido muy bueno, han superado a los All Blacks, una semana después de haber jugado por debajo de su posibilidad o potencialidad de juego, pero, ¿cuál es el verdadero nivel del equipo argentino? El sábado han mostrado todo su potencial, jugando gran parte del partido como si fueran el mismísimo adversario, mentado por sus variantes, velocidad y toma de decisiones. Y eso es una señal inequívocamente buena. Porque Los Pumas fueron con decisión a ganar el “breakdown”, y ganaron en un muy alto porcentaje la “yarda de oro”, quizá la mejor definición de lo que significa en rugby el concepto de “avanzar”. La temprana lesión del Cepillo Albornoz puso un manto de duda sobre la posición del 10, ya que Santiago Carreras, que es un enorme jugador de rugby, no había logrado sobresalir en esa posición de la manera que esperaba una buena parte de la gente, en los años anteriores. Creo que nadie puede dudar de la calidad de Santi, pero creo que esta vez pudo demostrar que no sólo puede ser el 10 de Los Pumas, sino que puede hacerlo muy bien.

Y entonces, ¿que fue lo que pasó? La variante en el juego fue simple pero notable: jugar a lo neocelandés, ganando cada metro, metiendo una velocidad en el movimiento de la pelota, trabajo que hizo muy bien Gonzalo García, y elevando el ritmo de juego a uno que no apareció en La Docta, mostrando opciones cuando los de negro hacían su defensa envolvente y encontrando soluciones, asumo muchas estudiadas, para estar en partido todo el tiempo, pero no siempre en defensa, sino en un ida y vuelta fantástico.
Hubo puntos altos, como ambos wines (Mateo Carreras y Bautista Delguy) que trabajaron la defensa con fiereza pero además fueron “arriba” a descolgar pelotas que caían del cielo con mucha destreza, justamente una destreza que se temía nos faltara. La falta (tonta) que Will Jordan comete ante el kick de Mateo fue una muestra de la frustración “negra”, ya que cuando el kick de Carreras lo supera, el prestigioso full back lo mira, lo mide, y le cruza la carrera con su hombro izquierdo. Penal y amarilla para los de negro.
Quizá el “debe” del equipo argentino fue no haber podido sumar puntos cuando el equipo rival tenía dos jugadores afuera con tarjetas amarillas. Esos minutos con 13 jugadores y luego con 14, el equipo de los de negro supo “aguantar” para que los locales no sumen. Pero no hay que olvidar contra quiénes estamos jugando. Los All Blacks son uno de los mejores equipos del mundo y saben cómo hacer las cosas, aún en desventaja. Pero Los Pumas siguieron trabajando para mantener la velocidad de resolución, liberar pelotas para tener una mejor calidad y con eso poder alimentar a la base de ataque, sea corto o largo.

Simple, si jugás como juegan los mejores del mundo, es muy probable que ganes, aunque juegues contra los mejores del mundo. ¿Y por qué se pudo en Buenos Aires y no en Córdoba? Bueno, eso debería responderlo Felipe, que pudo ajustar las tuercas de un equipo que en el primer test fue superado ampliamente y que pudo ser mejor que su oponente, y con un poco más de justeza clínica, el marcador podría haber sido más abultado.
Los cambios que vinieron desde el banco, especialmente Santiago, cumplieron con creces con su tarea, pero hay que destacar el terrible partido que jugó Pablo Matera. En un equipo de puntos altos, Matera puso siempre el equipo adelante, generó desde un scrum levantándose como octavo (ya había salido Oviedo, de muy buen trabajo) y avanzando casi 15 metros para caer a centímetros del in goal “del este” y propiciar el try de 9 argentino. Detalles que no son detalles, se levanta el octavo contra los All Blacks, avanza 15 metros sin que lo puedan detener y genera un ruck producto de un tackle donde el 9 argentino llega, saca y marca. “Beyesa nene”.
Pero hay una jugada “invisible” de Matera que marca “su” partido, y cuando avanza con la pelota (ahora casi siempre en una mano, si lo agarra el Mosca le gritaría una barbaridad como hizo conmigo) lo tacklean, pero se mantiene de pie (tercer mandamiento del rugby); pero como había un solo jugador adversario involucrado, y eso es muy poco, le mostró la pelota al pilar que recién había ingresado, invitándolo a participar de la lucha. El neocelandés (o de donde sea que haya nacido) se sitió invitado y cayó en la trampa, se metió de lleno en el ruck, fue al piso y Pablo presentó la pelota. El rugby se gana teniendo más jugadores de pie y corriendo que en el piso (dice el sexto mandamiento del Viejo Juego).

Pensemos para adelante. Los Pumas tienen, en este momento, dos caras. La del equipo dubitativo que saltó al Kempes o el frenéticamente ordenado que jugó en Vélez. Vamos a Queensland (Townsville) y a Sidney en breve, para enfrentar a unos muy renovados Wallabies y, para poder seguir siendo, hay que mostrar que estamos pudiendo. Es vital dejar una buena imagen y traer puntos desde Oceanía para después enfrentar a los Campeones del Mundo en su casa, y en la de La Rosa, ya que cederemos la localía por algunos necesarios pesos.
Este 2025 será la última función del RCH tal como lo conocemos y aunque confío que podremos seguir teniendo adversarios de fuste para poder mantener el nivel conseguido, es una pena que esta competencia, que tan bien nos ha venido, se corte. Aunque, para llegar al 2026, aún falta finalizar este RCH 2025 y la ventana de noviembre en las Islas Británicas, así que rugby del bueno tendremos y mucho.
Los chicos lloran de emoción en las tribunas del Amalfitani. Flamean banderas de todos los clubes. Se abrazan los más grandes. Los brazos están en alto. El tiempo pasa y los viejos logros, que están en los libros, empiezan a ser reemplazados por los nuevos, los que vieron los pibes. Y estos pibes ya vieron 4 triunfos sobre los “imposibles” All Blacks. Ah, sí, Pablo Matera estuvo los 80 minutos de los 4 partidos.

No me digan que ellos ahora juegan menos que antes, sino que la brecha se ha ido acortando, tan de a poco, tan lentamente, como fue posible de rápido, porque estas cosas (pasar de estar por allá lejos a estar bastante más cerca) llevan años y procesos, que deben ser positivos, sin dudas. Hay un mantra que se recita por los clubes de rugby inmediatamente después de conseguir puntos: “hay que confirmar los puntos ganados”. Es decir, hay que concentrarse para no ceder puntos (o partidos) que nos hagan retroceder. Eso es lo que sigue para Los Pumas.
Eso sí, cada partido, contra cualquiera, va a tener que parecerse a este último jugado en Buenos Aires, porque jugando así, todos los equipos son posibles en cualquier estadio. Y para jugar así, hay que estar afilados, jugar del lado cuerdo de la locura pero bien al borde, sentir desprecio por el propio cuerpo, como diría el Mosca, y conseguir pelotas de calidad que deben ser administradas con inteligencia y con opciones.
Porque cuando sos previsible, sos un adversario fácil. Y cuando te encontraron la vuelta, sos vencible. Si hasta los mismísimos All Blacks dudaron y allá finalizando el partido hicieron lo que no suelen hacer, que es asegurarse el puntito perdiendo, porque tenían que marcar dos veces.
Menudo partido, Pumas. Garra y corazón, pero esta vez, con eficiencia y calidad.
No puedo esperar para ver el próximo partido, en la lejanísima tierra de los Wallabies.
Marcelo Mariosa

Qué se puede agregar a todo lo expuesto ???
Partidazo, muy buen nivel TODOS.
Tengo mil años, jugué, ví gran parte de los partidos “pumas”, fui a cuatro mundiales…
Creo que nunca me emocioné tanto como este sábado pasado…
Muy buen comentario, como para que no….si le hemos demostrado no solo a los ABS, si no también al mundo que estamos para cosas muy grande, VAMOS LOS PUMAS!!!