En una época donde las imágenes mandan, donde es posible ver una y otra vez una acción o gesto determinado, cuando todo queda grabado hasta que lo borran, contar cosas con palabras sigue siendo, para mí, un regalo del cielo. Claro, a veces “suena” bien, a veces aburre. Por los tiempos modernos te llevan a la “momentaneidad” de todo. Es aquí, es ahora y lo estoy viendo. Y luego muere.
Antes cargábamos los equipos de fotografía para documentar un viaje, y guardábamos con fruición los papeles con imágenes. Hoy grabamos todo con un teléfono celular y colgamos todo en algún lugar del universo. Pero yo sigo amando contar las cosas con palabras. Y sé que a medida que va pasando el tiempo, menos lectores tendré y lo acepto, porque cada vez menos personas leen y comentan. Aquella interacción social va desapareciendo, vemos una imagen en alguna red social, le damos un dedito levantado (preferentemente el gordito) y seguimos sin más ni más. No digo que vayamos hacia la extinción, pero me suena para ese lado.
El rugby no es la excepción. Cuando un equipo de jugadores mira a su coach para saber qué hacer dentro de la cancha, muestra que sabe jugar pero que no termina de entender el juego. Porque siempre lo digo, una parte de jugar el Viejo Juego es resolver situaciones con las destrezas, propias o compartidas, que nos permitan desarrollar el juego en pos del objetivo. O dicho de una manera más fácil, sabemos pasarnos la pelota en tiempo y forma para llegar al in goal contrario. Pero luego de eso esta entender el juego, sus vicisitudes, lo que nos ofrece el adversario, lo que podemos tomar y cómo debemos proceder a la velocidad que se produce el juego. Y eso es algo más difícil. Resolver y cambiar sobre la marcha. Sobreponerse a la adversidad o a lo no planeado. La vida también requiere de ese talento, que vamos dejando de lado.
El rugby mundial se enfrenta a la canalización de los mejores valores para que decanten en las uniones profesionales de los países que pueden darse el lujo de tener una competencia atractiva para el público y los espónsores que ponen dinero. Y también al deseo de la ampliación de los mercados (¿emergentes?) que podrían sumar volumen de difusión y negocio. Nada más alejado de lo que era, pero es lo que hay, diría mi abuela Catalina.
Los Pumas van al Reino Unido en noviembre con la premisa de ir fortaleciendo lazos con el juego, con la mira puesta en Australia, en lo que parecería ser el gran objetivo de la UAR en las manos de Felipe Contepomi. Y Feli sabe que aún hay cosas que debe trabajar y mucho para estar un escalón arriba de donde estamos ahora. Porque, como digo siempre en el Club, jugamos con los jugadores que tenemos, porque son nuestros y porque no se pueden comprar otros como en el fútbol. Bueno, este comentario apunta a algunos países, no a todos, ya que muchos “adquieren” jugadores con diversas mañas permitidas por la WR.
El viaje a las islas británicas no tiene dentro del equipo argentino mayores novedades excepto el regreso del Moneda Gallo y Pedro Delgado, más la inclusión de Matías Alemanno, que estaba en un segundo escalón en el concepto del seleccionador. Hay puestos muy disputados donde jugadores como Justo Piccardo levantan la mano muy arriba, y también desde las sombras el siempre potente Tute Moroni va por un rato al Bristol y toma la manija de los backs a pura potencia y compromiso, sello registrado propio. Pero quizá Los Pumas necesiten jugadores en otros puestos que todavía requieren de jugar y demostrar, como el 9 y el 10, ya que, con los titulares, lo hemos visto, no alcanza, ya sea por lesión o por performance.
Los Pumas tienen una muy interesante oportunidad de mostrar su real valía en Cardiff, Edimburgo y Londres en noviembre, una escalera de sensaciones que comienza el día 9 en el Principality ante un flojo dragón, pero luego la tensión se irá incrementando. ¿Podrá el equipo nacional demostrar todo lo que tiene o seguirán las pruebas que necesita el Staff mirando el largo viaje hacia Australia?
Me gusta decir las cosas. Me gusta contarlas. Me gusta compartir mis ideas, y que ustedes compartan las suyas. Porque de otro modo, esto es un monólogo, y los monólogos no ayudan a crecer, porque no hay opiniones diversas ni disenso.
Contar con palabras, un viejo método ya casi en desuso que nos permite seguir siendo seres sociales.
Los leo.
Marcelo Mariosa

Los adultos aprenden a través de las buenas historias con una lección aprendida por el que la cuenta y comparte: ende esa forma más gente puede elevarse, entender mejor ciertas situaciones y finalmente aprende.
Lo que vos haces es hacer pensar a tus lectores y elevarse.
Gracias Negro!
Siempre, negrito, siempre las palabras vana apoder más q una imagen..
Xq van atadas a un sentimiento, a una imaginación que se entrena, a lo que es la primera y más hermosa comunicación….. hablar o escribirle a un amigo, y más del deporte que amamos
Oportuno y reflexivo, lo que no es pocvo. Felicidades Negrito!!!